Tengo la insana manía de insistir, cuándo quizá ya no debo. Me rehuso a creer que todo sea insalvable o que ese ser oscuro, no posea un ápice de sentimientos bondadosos y plenos a estrenar.
Negar la maldad sería inocente, a veces avanzo aturdida o a tropezones, con caídas vertiginosas, sin embargo me levanto llena de gracia, porque es la forma de salvaguardar lo que aún no comprendo, eso que me mantiene aún con vida.
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