domingo, 10 de febrero de 2013

Estados (redacción libre)


Saltaste la pared aledaña al jardín no me diste tiempo de hablar, comenzamos a correr hacia el auto y la noche nebulosa impregno la duda en el silencio,  luna llena que suele asustarnos, trafico en contra, semáforos en rojo, la velocidad vibrante, aumentaba, crecían las ansias y este mundo no era suficiente para nosotros, menos los vuelcos de consciencia que solían transformarnos  y asumirnos en el beso incorrecto, morder tus labios, tu cuello tibio sudando el aroma preferido, aligerarse, la risa se instala en el ombligo, te mueves, te sigo. Tu mano que roza y dirige, aún no, te susurro. Extiéndete con tus paradigmas, la rabia que va marcando surcos en nuestra piel, pulsaciones disparadas, ruegos y sepulcros. Tantas divinidades disputando nuestras almas, porque nuevamente me situó en tu eje infinito.

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